Círculo de calidad
El círculo de
calidad práctica o técnica utilizada en la gestión de organizaciones en la que
un grupo de trabajo voluntario , se reúne para buscar soluciones a problemas
detectados en sus respectivas áreas de desempeño laboral, o para mejorar algún
aspecto que caracteriza su puesto de trabajo.
Las conclusiones
y resultados de estos grupos, son elevadas a las personas con responsabilidad y
capacidad de decisión sobre su implantación, quienes las analizan y estudian,
decidiendo su aprobación y dotándolas de recursos para llevarlas a cabo. Los
grupos se reúnen de forma regular, dentro de su horario de trabajo y son
entrenados por personal competente (usualmente designados como facilitadores).
Estos equipos de
trabajo, originariamente llamados “Círculos de Control de Calidad” fueron
introducidos en los años sesenta por Kaoru Ishikawa, quien fue uno de los
primeros en utilizarlos, y desde entonces, han representado un elemento
fundamental de participación de los trabajadores en las empresas que han
implantado sistemas de mejora continua.
Esta filosofía de
trabajo, implantada en sus orígenes en empresas de cultura oriental no ha sido
tan extendida, ni efectiva en organizaciones de corte más occidental. No
obstante, realizando las adaptaciones y las modificaciones oportunas a la
realidad de cada empresa, esta práctica puede ofrecer mucho valor a la gestión
de la mejora de cualquier tipo de organización.
La situación
ideal de esta buena práctica es la que permite su generación de forma
espontánea y por iniciativa de los propios componentes de los equipos, aunque
para llegar a esta situación, la organización debe seguir una metodología de
implantación que se oriente a este fin.
Por lo tanto, se
hace imprescindible que se cuente previamente con una cultura de gestión
especialmente enfocada al trabajo autónomo, puesto que la confianza depositada
en los trabajadores como responsables de la mejora de los procesos que integran
sus áreas de trabajo es muy alta.
De esta manera,
los círculos de la verdad, como ocurre con otras herramientas que integran
buenas prácticas relacionadas con la mejora continua, no pueden desarrollarse
sin un estilo de dirección participativo, comunicativo, basado en un liderazgo
de corte situacional y en un entorno de delegación total de funciones a ciertos
empleados (lo que hoy en día se conoce como empowerment en el ámbito
empresarial).
Por esta razón,
se trata de una técnica muy utilizada por las organizaciones que poseen un
enfoque hacia la gestión por procesos, puesto que una de las características
que debe poseer este enfoque es que algunos trabajadores, se hacen responsables
(dueños o propietarios) de determinados procesos que lleva a cabo la
organización, y su labor consiste en supervisar su correcto funcionamiento, y mejorarlos
permanentemente de manera autónoma.
Beneficios
El principal
beneficio, como se ha descrito con anterioridad, es el de la solución de los
problemas detectados o el de la mejora de algún área funcional que en la mayor
parte de las ocasiones repercute positivamente sobre los puestos de trabajo de
los propios integrantes.
Además, cuando se
implantan de manera adecuada, representan una buena herramienta para aumentar
la concienciación, sensibilización, integración y comunicación de los recursos
humanos de la empresa.
También fomentan
la formación continua a través del intercambio de conocimiento que se genera en
las reuniones de trabajo desarrolladas y la motivación intrínseca de los
trabajadores, puesto que el equipo se siente partícipe del proceso de gestión
al observar que sus propuestas son recogidas, analizadas y posteriormente
implantadas por los responsables de la empresa.
Por esta razón es
importante, sea cual sea el resultado de los círculos, que las propuestas que
se generen sean bien recibidas y agradecidas por la organización, y en los
casos en los que se estime oportuno, reconocidas públicamente o incluso
incentivadas de alguna manera.
Los responsables,
deberán en todos los casos estudiarlas en profundidad realizando un esfuerzo
por su implantación. En caso de no ser así, deberán justificar suficientemente
las razones que impiden su despliegue, de manera que los miembros del equipo lo
entiendan a la perfección.
Se consigue así,
distanciarse de las prácticas tayloristas del pasado, propiciando que todo el
equipo humano de la organización pueda aportar sus ideas y experiencias en
beneficio del objetivo común. para los trabajadores y la organización.
Fases para su
implantación
Las fases para la
implantación de círculos de calidad pueden, al menos, cubrir las siguientes
etapas:
1. Concienciación
y convencimiento de la dirección. La dirección debe conocer a la perfección sus
posibilidades y beneficios. Debe confiar y estar convencida de su implantación.
Además debe ejercer permanentemente un liderazgo situacional, como impulsores y
mantenedores del buen funcionamiento de los círculos. Sin esta condición, todos
los esfuerzos serán inútiles.
2. Diseño de un
programa para desarrollar el proceso de implantación. Se debe elaborar un plan
para la implementación de esta técnica que garantice su efectividad, teniendo
como objetivo el que estos grupos lleguen a generarse espontáneamente y de
manera autónoma.
3. Formación de
la estructura organizativa de apoyo. Los círculos deben contar con una estructura
organizativa de apoyo, independiente de la estructura de la organización, e
inmersa en su área o departamento de calidad, la cual presta asesoría
metodológica, define los medios físicos y humanos, planifica y ejecuta la
formación de los facilitadores y realiza asimismo el seguimiento e impacto de
la implantación de las acciones, al menos en las primeras fases.
4. Diseño de la
metodología a aplicar y los sistemas de organización. Existen numerosos métodos
de funcionamiento de los círculos de calidad, lo que es evidente es que, para
su buen funcionamiento, se tienen que definir una serie de normas y condiciones
que serán trasmitidas a toda la organización.
5. Selección y
formación de facilitadores. Los facilitadores son personas con experiencia y
prestigio en la empresa, cuya labor en este campo es la de guiar a los círculos
durante sus primeros pasos, hasta que el conocimiento de la cultura de gestión
participativa sea la adecuada.
Deben ser
perfectos conocedores de los procedimientos de desarrollo, de las herramientas
de trabajo en equipo, y del manejo de grupos a través de reuniones. A medida
que el enfoque de la gestión participativa mediante círculos de calidad se
asienta en la organización, el papel del facilitador deja de ser
imprescindible.
6. Declaración
institucional. Como ya se ha comentado, el compromiso de la dirección en la
implantación de los círculos de calidad, resulta imprescindible para el éxito
de los mismos. Este apoyo, además, debe ser visible por toda la organización.
En este sentido, es necesario realizar una “declaración institucional” mediante
los canales de comunicación establecidos, para garantizar que la información es
conocida por todos.
7. Selección de
temas prioritarios. Uno de los errores comunes en la implantación de un nuevo
modelo de gestión es pretender abarcar demasiado al principio. Por lo tanto, en
una primera etapa, se eligen temas prioritarios, o pequeñas áreas de la
compañía, en donde empezar a aplicar la metodología. Estas áreas deben ser
elegidas atendiendo a criterios de facilidad, es decir, aquellas en donde las
posibilidades de éxito son más evidentes. Los temas y áreas más complicados
serían objeto de posteriores etapas, cuando la organización alcance la
suficiente experiencia. Los criterios para la selección de los temas a tratar
en las primeras etapas, pueden estar relacionados con la urgencia y la
importancia de problemas o mejoras detectadas por otras áreas.
8. Lanzamiento de
los primeros programas. Definida la metodología que regirá las reuniones, realizada
la declaración institucional, formados a los facilitadores que participarán en
el proceso y seleccionadas las áreas con las que se va a comenzar, se convocará
a los primeros círculos, con carácter voluntario. Siempre se tendrá en cuenta
que lo importante en estas primeras experiencias es el obtener éxitos, por lo
que se comenzará con temas que puedan resultar atractivos y de interés para los
trabajadores. Si se realiza el lanzamiento de los primeros programas y no se
obtiene participación, se dejará pasar algún tiempo y se repetirá el
lanzamiento modificando los temas propuestos.
Funcionamiento de
los círculos
Se recomienda que
en los círculos participen entre 4 y 8 personas, aunque este número puede
variarse levemente en determinadas situaciones.
En los casos en
los que existan más personas interesadas en participar en las primeras fases,
se podrán realizar reuniones diferentes con los mismos temas de debate y
análisis. Se recomienda que a estas reuniones no asistan los responsables de
los equipos de trabajo para no coartar la participación de sus integrantes.
Como se ha
mencionado con anterioridad, al principio, deberá existir un facilitador del
proceso que oriente y guíe al grupo, fomentando la participación de sus
integrantes y mediando en situaciones de conflicto. En ningún caso ejercerá
algún efecto moderador sobre las conclusiones o acuerdos propuestos por el
grupo. Este facilitador no tiene la responsabilidad de valorar ni aconsejar en
ningún momento las propuestas derivadas del trabajo del equipo. Además, deberá
nombrarse entre los asistentes a un coordinador o portavoz que sea el encargado
de trasladar los resultados del círculo a los responsables de la organización
para que actúen en consecuencia.
Este portavoz
elabora un informe que recoja los temas planteados y la descripción exhaustiva
(objetivos, acciones, plazos, recursos, etc…) sobre las acciones de mejora
propuestas y su posterior implantación. Es conveniente que la estructura de
este informe, sea facilitada por la organización incluyendo los campos que
estime oportunos. Este documento no estará firmado por ningún individuo, puesto
que es el resultado del grupo de trabajo.
Una vez aprobados
los planes de acción de los primeros círculos de calidad, y mediante la línea
principal de ejecución, se repite el ciclo, seleccionando nuevos temas o áreas
de la organización para la formación de otros círculos de calidad.
La periodicidad y
participación de las personas que integran las distintas áreas funcionales,
será diferente en cada caso, en relación con la magnitud de la organización, su
estructura funcional, el área de negocio en el que se desarrolla, o incluso la
cultura o experiencia que se posea en este sentido.
Se recomienda
convocar un círculo de calidad por departamento o área, como mínimo cada
ejercicio natural. No existiendo un máximo para el caso de los círculos que se
generan de forma espontánea. En los casos en los que los círculos se generen de
forma espontánea, este hecho, deberá ser comunicado al área de dirección junto
con el tema principal a tratar quien autorizará y facilitará el desarrollo de
la experiencia.
Implantación de
acciones y seguimiento
Una vez elaborado
el informe, se entregará al responsable del área relacionada con la temática
tratada para que lo estudie y decida, en caso de tener poder de decisión, sobre
las acciones de mejora planteadas. De no ser este el caso, lo elevará a la
Dirección General.
Las propuestas
son analizadas y aprobadas con agilidad e implantadas de manera inmediata
valorando de esta manera el esfuerzo realizado, y potenciando la creación de
más grupos de similares características.
De cualquier
modo, la implantación de las acciones, suele corresponder a la dirección
funcional del área en la que se forma el círculo, quien será responsable de
comunicar al propio círculo las decisiones finales, nombrar responsables o
asignar los recursos necesarios para acometerlas a través de un plan de
mejoras.
Una vez
implantadas las acciones, y pasado un tiempo prudencial, se comprueba si los
resultados de las acciones llevadas a cabo son los esperados, y en caso de no
ser así, se planifican acciones correctoras para conseguir los objetivos que se
perseguían a través de un segundo plan si es necesario (este asunto estará en
función de la complejidad de las acciones propuestas y del impacto que se
genere en la organización).
En entidades
maduras desde el punto de vista organizacional, estas últimas fases de
implantación y seguimiento se pueden delegar totalmente al propio círculo de
calidad (recomendable).
Temas a tratar en
los círculos de calidad
Para conseguir la
máxima eficacia, deben centrarse de forma concreta en la razón de ser de su
creación: la propuesta constructiva de aspectos que están dentro del ámbito de
trabajo de sus integrantes, evitando trabajar sobre temas que están fuera de
sus competencias o incluso de su área funcional.
Los temas a
tratar deben ser conocidos y afectar a todos los participantes, de manera que
las acciones resultantes puedan repercutir directa o indirectamente sobre
ellos, produciéndose así, un aumento de la confianza del equipo, en contra de
la frustración que pueda producir la propuesta de acciones casi imposibles de
implantar.
Los posibles
temas derivados de la formación de estos grupos pueden ser diversos. Algunos
ejemplos se describen a continuación:
- Aumentar la
coordinación y la comunicación entre departamentos clientes/proveedores.
- Mejorar la
calidad del producto o del servicio ofrecido entendiendo por calidad la que
satisface las necesidades y expectativas del cliente.
- Buscar ahorros
a través de la reducción de costes innecesarios.
- Reducir la
burocracia que no añade valor a los procesos.
- Mejorar la
atención al cliente en procesos como el de comunicación o atención de quejas o
sugerencias.
- Reducir plazos
(de entrega de las salidas de los procesos, de ejecución de acciones o tareas,
de espera del cliente, etc…) simplificando los procesos o incluso proponiendo
su modificación.
- Aumentar la
comodidad, la higiene, la limpieza y la seguridad en el trabajo, mejorando así
la calidad de vida del trabajador a través del ámbito laboral.
Temas que no
deben tratarse en los círculos de calidad
Los componentes
de los círculos de calidad, deben ser generadores de soluciones de forma
constructiva y nunca deben suponer un canal para expresar el malestar o
descontento con ciertos asuntos. Su naturaleza es precisamente la contraria,
mejorar la situación en los puestos de trabajo.
A modo de
ejemplo, se citan algunos temas que no deben ser objeto de mejora ni solución
de problemas en los círculos de calidad, a pesar del atractivo que presentan en
cualquier grupo de la organización:
-Reivindicaciones
y temas relacionados con las condiciones laborales.
-Las quejas y
críticas a los responsables o líderes de la organización.
-Las estrategias
y políticas generales de la organización.
-Los
nombramientos, ascensos, suspensiones o despidos.
-La valoración
del desempeño de otros profesionales que pertenecen a distintas áreas
funcionales.
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